jueves, 25 de abril de 2024

San Marcos Evangelista. “Descarguen en Él todas sus inquietudes” (1Pedro 5,5b-14)

25 de abril de 2024.

Palabra de Vida.

Fiesta de san Marcos, evangelista, que en primer lugar siguió a san Pablo, en Jerusalén, en el trabajo apostólico y más adelante siguió los pasos de san Pedro, que lo llama su hijo. Se dice que su evangelio recogió la catequesis de Pedro a los romanos y que fue el quien instituyó la Iglesia de Alejandría (s. I). 

sábado, 20 de abril de 2024

Palabra de Vida: ¿A quién iremos? Él es nuestra Esperanza (Juan 6,60-69)


Sábado de la tercera semana de Pascua.
20 de abril de 2024.
Tomado del Papa Benedicto XVI, Spe salvi, Nº 31

 

“¡Levantemos el corazón!” Carta Pastoral del Obispo de Canelones con motivo del Año Vocacional Nacional.


2025 Año Jubilar “Peregrinos de Esperanza”
2024 Año de la oración, en preparación al Año Jubilar
2024 Año vocacional en Uruguay: “¡Ánimo, levántate, Él te llama!” (Marcos 10, 49)
2024 Visita de la reliquia del beato Jacinto Vera en la Diócesis de Canelones

“¡Levantemos el corazón!”

Carta Pastoral del Obispo de Canelones con motivo del Año Vocacional Nacional

1. Pongámonos en oración

Queridos diocesanos:

“¡Levantemos el corazón!” es la invitación que nos hace el sacerdote, al comenzar uno de los momentos más importantes de la Misa. “¡Lo tenemos levantado hacia el Señor!” es la respuesta de la comunidad. Levantar el corazón al Señor, levantar el corazón al Padre, es la actitud necesaria para quien quiera ponerse en oración.

El Papa Francisco nos invita a hacer de 2024 un año de oración en preparación al Jubileo de 2025. 

Los Obispos uruguayos hemos convocado a un año vocacional y en él la oración tiene un lugar central. Todos recordamos las palabras de Jesús:

“La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.” 
(Mateo 9,37-38 y Lucas 10,2).

Ante la falta de obreros, el Señor nos exhorta a orar, a levantar el corazón hacia el dueño de los sembrados. Levantar el corazón al Padre.

2. Dejémonos urgir

En estos días los viñedos de Canelones y de algunos otros lugares del país están concluyendo los trabajos de la vendimia, no sin pasar por algunas dificultades. Muchos hombres y mujeres se han desplazado de un lugar a otro para sumarse a la recolección de los racimos.

La cosecha es una actividad que tiene su momento preciso. Y cuando llega ese momento, hay que recoger lo producido porque si no, se pierde.

Por eso cuando Jesús habla de cosecha, él siente esa urgencia. Si no hay obreros, hay almas que se pierden. Por eso nos urge a levantar el corazón a Dios y pedir que envíe trabajadores.

3. Oremos con la madre de Samuel…

En la Palabra de Dios encontramos muchos modelos de oración y de personas orantes. Los invito a que contemplemos la oración de una mujer: Ana, que encontramos al comienzo del primer libro de Samuel (1,1-18).

Ana es una mujer que sufre mucho, porque no ha podido tener hijos. En una peregrinación al santuario, ella “con el alma llena de amargura, oró al Señor y lloró desconsoladamente”; “oraba en silencio; sólo se movían sus labios, pero no se oía su voz”. Esto hizo pensar al sacerdote, que había estado observándola, que Ana estaba en estado de ebriedad y la increpó para que saliera del santuario.

Pero Ana pudo explicarse: esto “ha sido por el exceso de mi congoja y mi dolor”. El sacerdote, entonces, le dijo: “Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que tanto le has pedido”. Y así fue. Ana marchó en paz y su oración fue escuchada. Y fue la madre de quien sería el profeta Samuel.

Leamos despacio -luego- este comienzo del primer libro de Samuel. Dejémonos conmover por la súplica de Ana. Tal vez nuestros sentimientos no lleguen a esos extremos de amargura, desconsuelo, congoja, dolor… pero contemplando a Ana podemos también encontrarnos nosotros mismos, en algunas situaciones que vivimos.

4. … pidiendo hijos para el Uruguay y para la Iglesia

En Ana podemos encontrarnos como pueblo uruguayo que ve disminuidos sus hijos. Son los datos del Censo. El crecimiento de la población del Uruguay ha sido ínfimo y no se debe tanto al número de nacimientos, que ha decrecido, como a la llegada de inmigrantes, sobre todo de otros países de América Latina. En la esterilidad de Ana se refleja la esterilidad que va ganando a parte de nuestro pueblo, que, por distintas razones no llama a la vida nuevos hijos. Esto genera varios sentimientos que pueden no ser los mismos de Ana, pero son también de sufrimiento.

Y en Ana también podemos encontrarnos como Iglesia que peregrina en Uruguay. Sin negar signos de vida ni motivos de alegría, como se dio en muchas ocasiones el año pasado, con la beatificación de Jacinto Vera y en varios acontecimientos de la vida de nuestras diócesis, hay una realidad que nos interpela fuertemente, y es el decrecimiento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. 

En este año, por primera vez en mucho tiempo, el Seminario Interdiocesano no recibió ningún ingreso. Desde hace tiempo los ingresos venían siendo muy pocos; pero este año el número fue cero. Aquí también se refleja la esterilidad de Ana. 

La Iglesia engendra menos hijos y eso también se refleja en las estadísticas. Disminución, desde hace años, del número de nuevos bautizados, de los niños en catequesis, de las confirmaciones, de la participación en la Misa dominical, de los matrimonios… Algunas comunidades escapan a esta realidad y están llenas de vida; pero muchas otras ven el paulatino envejecimiento de sus miembros que, poco a poco, van partiendo a la Casa del Padre dejando vacío un lugar que ya nadie ocupa.

Entonces, levantemos el corazón, cumplamos la indicación del Señor y elevemos nuestra oración al Padre. Ahora bien ¿Cómo pedir? ¿Qué pedir?

5. Oremos de verdad

¿Cómo pedir? De nuevo, contemplemos a Ana en su súplica. Ana no está “haciendo los deberes”. Está orando de verdad, abriendo su corazón delante del Señor, confiándose a Él, al Dios de Consuelo y de Misericordia. Podemos rezar de muchas maneras: desgranando las cuentas del Rosario, en adoración ante el Santísimo Sacramento, en la lectura orante de la Palabra de Dios, como comunidad reunida en la Eucaristía, en el comienzo o el final de una reunión pastoral. Puede ser la oración por las vocaciones, un Padrenuestro, un Avemaría o una oración espontánea. No faltarán propuestas de vigilias y otros momentos de oración que nos ofrecerá la Pastoral Vocacional… pero no puede faltar en ninguno de esos momentos nuestra confianza, nuestro corazón puesto en cada palabra que dirijamos al Señor, ya sea a solas con Él o como comunidad reunida en oración.

6. Pidamos obreros

¿Qué pedir? Pedir al Padre que envíe trabajadores, es lo que indica Jesús. Las oraciones que han sido preparadas para pedir por las vocaciones han ido incluyendo diferentes vocaciones de servicio y de consagración dentro de la Iglesia. Todos son “trabajadores” y todo hay que pedirlo: fieles laicos que vivan su compromiso cristiano en la Iglesia y en el Mundo; matrimonios que formen familias cristianas; misioneros, catequistas, ministros laicos; hombres y mujeres que se consagren a Dios en un carisma con los votos de pobreza, obediencia y castidad; diáconos permanentes, sacerdotes… Sentimos especialmente la falta de sacerdotes y de personas consagradas y por eso, en este año, queremos pedirlo fervorosamente.

7. Pidamos por nuestra comunidad

Sin embargo, la oración tal vez tiene que empezar pidiendo por la propia Iglesia, desde la comunidad de la que hacemos parte.

Que cada comunidad pida al Señor ser una comunidad orante y misionera, fraterna y servicial, donde cada persona sea importante, desde los más pequeños a los mayores en edad.

Una comunidad que se sienta en su conjunto responsable de la catequesis como introducción a la vida cristiana.

Una comunidad donde haya lugar para los niños, adolescentes y jóvenes. Los jóvenes necesitan espacio… y tiempo. Hay jóvenes en las parroquias donde hay adultos dispuestos a “perder el tiempo” con ellos, a escucharlos, a acompañarlos. Y allí donde hay jóvenes, llegan otros jóvenes.

8. Pidamos auténticas vocaciones

Las auténticas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada surgen en el seno de una comunidad viva, que no está cerrada sobre sí misma, sino atenta al anuncio del evangelio y al servicio de los pobres.

Son elementos a tener en cuenta en el discernimiento de las vocaciones de especial consagración: la participación consecuente en la vida de una comunidad, los vínculos sanos con los hermanos y hermanas, la actitud de servicio, junto con la vida espiritual y la oración personal. 

La respuesta al llamado es personal, tal como lo refleja la historia de la vocación de Samuel, el hijo de Ana (I Samuel, capítulo 3). Personal, pero no individualista, sino en el marco de una vida de familia, de comunidad, de pertenencia al Pueblo de Dios. Deben ser discernidas con mucho cuidado las presuntas vocaciones que aparecen como “sueltas”, sin el marco de una comunidad y que pueden responder más a una necesidad de protagonismo, a un falso mesianismo o aún a un narcisismo.

9. Crezcamos en la unión con Cristo Esposo

Es el momento de retomar la historia de Ana, ya que hemos mencionado a su hijo. El esposo de Ana se llamaba Elcaná y él tenía siempre con ella una atención especial “porque la amaba, aunque el Señor la había hecho estéril” (v. 5). Al regreso de su peregrinación, nos cuenta el libro de Samuel: 

“Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: «Se lo he pedido al Señor».” (1,19-20). 

Cumpliendo su promesa, Ana llevó a Samuel, entregándolo a Dios para el servicio del templo. Más adelante Ana “concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. (2, 21)

No basta la oración de la mujer para que ella pueda ser madre. Si vemos a nuestra comunidad reflejada en la oración de Ana, para que su vientre sea fecundo nuestra comunidad ha de unirse a su esposo. Y el esposo es Cristo.

Cristo es el esposo que ama a la Iglesia, que entregó su vida por ella, como lo recuerda san Pablo a los Efesios:

“Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada” (Efesios 5, 25-27).

El mismo Pablo muestra su celo como amigo del Esposo, que quiere llevar ante Él una novia pura:

“Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura” (2 Corintios 11, 2).

Como comunidad, necesitamos estar con el Esposo. Necesitamos estar con Jesús: en la escucha de su Palabra, en la oración, en los sacramentos, en el servicio al hermano pobre y necesitado, donde Él también está presente.

Creciendo cada día en la unión con Cristo, personalmente y en comunidad, el Señor nos dará 

“comunidades cristianas vivas, fervorosas y alegres, que sean fuentes de vida fraterna y que despierten entre los jóvenes el deseo de consagrarse a [Él] y a la evangelización” (Papa Francisco, Jornada mundial de oración por las vocaciones, 2017).

10. Recibamos la visita del beato Jacinto…

Para acompañarnos en la oración, visitará nuestras comunidades, a lo largo del año, una reliquia del beato Jacinto Vera. De esta forma sentiremos de nuevo la cercanía del antiguo párroco de Canelones, luego Obispo, que recorrió muchas veces nuestro departamento en sus visitas pastorales. Hagamos esto con tiempo, sin apuros, de modo que la reliquia pueda detenerse y ser motivo de reunión para la oración, no solo en las iglesias parroquiales, sino en cada capilla u oratorio, así como en los centros de educación católica, o en todo lugar donde sea oportuno y adecuado.

11. … y confiémonos a nuestra Madre.

El año vocacional culminará con la Peregrinación Nacional a la Virgen de los Treinta y Tres, en Florida, el domingo 11 de noviembre. De más está decir que estamos todos invitados a llegar ese día al altar de la Patria y unirnos allí en oración ante nuestra Madre.

Nos confiamos al Padre de la Iglesia que peregrina en Uruguay, el beato Jacinto Vera y a la Madre y patrona de nuestra Diócesis, Nuestra Señora de Guadalupe.

Hermanos y hermanas: ¡levantemos el corazón! Que el Señor reciba nuestras súplicas y derrame sobre nosotros su bendición.

+ Heriberto, obispo de Canelones
Canelones, Miércoles Santo, 27 de marzo de 2024. 

viernes, 19 de abril de 2024

Los "Retiros Parroquiales Juan XXIII" en Canelones volvieron... ¡y volverán!


Los Orígenes

El Movimiento de Retiros Parroquiales Juan XXIII surgió en 1973, en Puerto Rico, en la Diócesis de Arecibo, fundada por "el Papa Bueno" en 1960.
En el barrio de Sabana Hoyos había una capilla a la que acudía muy poca gente. Eso movió a un laico, Nelson Rivera Beauchamp, a buscar, con el apoyo de su párroco, alguna forma de acercar a los más alejados, especialmente los jóvenes. Así se hizo el primer retiro, en el galpón de una granja de cría de pollos, con 24 jóvenes, la mayoría de ellos drogadictos.
El Movimiento se fue configurando y extendiendo, primero por Puerto Rico y luego por varios países de América Latina y en los Estados Unidos. Su objetivo es "llamar a la conversión a las personas que están alejadas o al margen de la Iglesia" y su principal medio para ello son los retiros de tres días de duración: los "Retiros Parroquiales Juan XXIII".

La llegada a Canelones

En 2019 se realizaron los primeros retiros: uno de Hombres y otro de Mujeres, de forma simultánea, en Villa Guadalupe. Numerosos retiristas acudieron de distintos países para colaborar en esos comienzos. La continuidad quedó frustrada con la pandemia.

Y volvieron...

El año pasado, una delegación de retiristas vino a Canelones para entrevistarse con Mons. Heriberto. El Obispo los escuchó y los invitó a participar en una reunión del Consejo de Presbiterio, para presentar el proyecto. El párroco de Pando, el P. Luis Eduardo, se manifestó dispuesto a recibirlos.
Es así como el 13, 14 y 15 de abril diez Mujeres y diecinueve Hombres vivieron esta experiencia de encuentro con Jesucristo, que habla por medio de su Palabra y del testimonio de los hermanos.
Los y las participantes fueron acompañados por los y las retiristas "veteranos" que llegaron principalmente desde Colombia, pero también de Perú y los EE.UU. para apoyar el evento.

¡... Y volverán!

Para que no se enfríe lo que se ha comenzado, ya hay fecha reservada para el próximo Retiro, en Villa Guadalupe: viernes 29 de noviembre a domingo 1° de diciembre de este año.  

Palabra de Vida: Vivir en Jesús (Juan 6,51-59)

Viernes de la tercera semana de Pascua.

19 de abril de 2024. 

jueves, 18 de abril de 2024

«Doy mi vida por las ovejas» (Juan 10,11-18). IV Domingo de Pascua: Jesús, Buen Pastor.

Hoy se celebra en todo el mundo la Jornada de oración por las vocaciones sacerdotales, religiosas y de especial consagración. En Uruguay estamos en un Año Vocacional, pensando, especialmente, en esas vocaciones.

En el mundo, el número de sacerdotes viene bajando. A fines de 2022 había 407.730 presbíteros, para 1390 millones de católicos. Eso da un promedio de un sacerdote cada 3400 católicos. En relación a la población mundial hay, aproximadamente, un sacerdote católico cada 20.000 habitantes.

En Canelones sentimos la falta de sacerdotes. Nuestra diócesis tiene 34 parroquias y más de 100 capillas. Todas atendidas de alguna forma; pero 12 parroquias no cuentan con sacerdote residente. Los diocesanos son apenas 15 y los religiosos y misioneros otro tanto: 30 en total. 

Canelones tiene unos 600.000 pobladores. Eso da un sacerdote cada 20.000 habitantes, la misma proporción mundial. Claro que no todos los canarios son católicos. Las encuestas nos dicen que los que así se declaran son alrededor de un tercio de los habitantes. Eso da un sacerdote cada 6.600 fieles. 30 son pocos. Algunos ya son mayores. Varios tienen que cuidar su salud… Demos gracias por su presencia y por su entrega de cada día en el servicio a Dios en los hermanos.

Igual situación presentan las otras diócesis del Uruguay. Este año no hubo ningún ingreso al Seminario Interdiocesano. Allí hay 14 seminaristas. Uno solo de Canelones. Otras diócesis no tienen ninguno. Fue esa señal la que motivó este año vocacional.

El Pueblo de Dios vivió situaciones muy críticas, como la que se resume en el cántico de Azarías (Daniel 3,25-45). Allí se dice:

“Ya no hay más en este tiempo, ni jefe, ni profeta, ni príncipe, ni holocausto, ni sacrificio, ni oblación, ni incienso, ni lugar donde ofrecer las primicias, y así, alcanzar tu favor.” (38-39)

Exiliados en Babilonia, los israelitas ya no contaban con el templo y no podían ofrecer sacrificios. Pero ahí descubrieron un sacrificio mucho más valioso que el de terneros y ovejas. Reconocieron sus pecados, pidieron perdón y aprendieron a presentar como ofrenda su corazón contrito y su espíritu humillado:

“Que así sea hoy nuestro sacrificio delante de ti, y que nosotros te sigamos plenamente, porque no quedan confundidos los que confían en ti.” (40)

Aquel exilio terminó; los israelitas volvieron a su tierra y reconstruyeron el templo. Pero antes de volver a ofrecer sacrificios, se reencontraron con la Palabra de Dios. Volviendo a escuchar al Señor, renovaron su alianza con Él y recomenzaron su vida de fe. 

Momentos como el que vivimos nos llaman siempre a recomenzar, a volver de corazón a Jesús y a su Evangelio. Esa ha sido la forma en que la Iglesia ha superado las muchas crisis que se sucedieron a lo largo de dos milenios.

Por eso, hoy más que nunca, contemplemos a Jesús que nos dice:

«Yo soy el buen Pastor» (Juan 10,11-18)

Así se presenta Él, con una imagen que encuentra resonancias en toda la Biblia. 

Todos conocemos el salmo que comienza diciendo

“El Señor es mi pastor, nada me puede faltar” (Salmo 23,1)

Hay otro salmo, donde Dios es invocado de esta manera:

“Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño (…)
reafirma tu poder y ven a salvarnos.” (Salmo 80, 2-3)

Los profetas recurrieron a la imagen del pastor para expresar la relación de Dios con su Pueblo. Isaías describe su ternura:

“Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y hace recostar a las que han dado a luz.” (Isaías 40,11)

Y el profeta Jeremías nos anima con esta promesa de Dios:

«Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas (…) Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán.» (Jeremías 23,3-4)

En el pasaje del evangelio que escuchamos este año, Jesús explica qué significa ser el buen pastor. En primer lugar:

«El buen Pastor da su vida por las ovejas.» (Juan 10,11-18)

Se diferencia así del asalariado, que las abandona y huye ante el peligro.

Una segunda característica del buen Pastor es el conocimiento de los suyos:

«Conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí, como el Padre me conoce a mí y Yo conozco al Padre.» (Juan 10,11-18)

Ese conocimiento no es superficial. Jesús conoce el corazón humano:

“… no necesitaba que le informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre.” (Juan 2,25)

En Jesús está ese conocimiento en profundidad… pero cuando él dice que sus ovejas lo conocen, nos está invitando a que eso se haga verdad para nosotros, a que lo conozcamos más y más cada día. Que crezcamos en la intimidad con Él, a partir de la escucha de su Palabra, de la oración y de los signos de su amor. Jesús pone un listón muy alto para medir ese mutuo conocimiento: “como el Padre me conoce a mí y Yo conozco al Padre”. No existe conocimiento más profundo, comunión más perfecta, que la que hay entre el Padre y el Hijo. Y A eso estamos llamados.

En tercer lugar, el buen pastor da su vida libremente, porque se trata de una entrega de amor. Amado por su Padre, amando al Padre y a sus hermanos, Jesús entrega su vida:

«El Padre me ama porque Yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre.» (Juan 10,11-18)

Recobrarla, recobrar la vida entregada, significa que el destino de aquel que da la vida no es la muerte, sino la vida en plenitud. Pero dar la vida es la condición para recuperarla. Así lo expresa Jesús en otro pasaje de este evangelio, cuando dice:

«El que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.» (Juan 12,25)

Todo esto que Jesús dice de sí mismo, se aplica al ministerio de los sacerdotes… Con toda nuestra indignidad y nuestra fragilidad humana, estamos llamados a ser presencia de Jesús Buen Pastor para nuestros hermanos. Esa es una de nuestras peticiones cuando rezamos y cuando pedimos que recen por nosotros: que podamos configurar nuestro corazón con el de Jesús, Buen Pastor.

Pero esto también se aplica a todos los fieles. San Juan Pablo II, en visita a una parroquia de Roma, decía:

“Cada cristiano, en virtud del bautismo, está llamado a ser él mismo un "buen pastor" en el ambiente en que vive. [En la familia] en la escuela, en el trabajo, en los lugares de juego y de tiempo libre, en los hospitales y donde se sufre, trate siempre cada uno de ser "buen pastor" como Jesús.” (6 de mayo de 1979).

Retiros Parroquiales Juan XXIII en Canelones

El fin de semana pasado volvieron a nuestra Diócesis los Retiros Parroquiales Juan XXIII, que se iniciaron antes de la pandemia. Villa Guadalupe recibió a estos hombres y mujeres que se animaron a encontrarse con Jesús a lo largo de tres días. Posiblemente se repitan antes de fin de año. Ya les contaremos.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Recemos hoy por los sacerdotes y por los jóvenes que están sintiendo el llamado de Jesús. Que tengan la valentía de escucharlo y de responderle. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

Palabra de Vida: Comprender la Palabra (Hechos 8,26-40)

Jueves de la tercera semana de Pascua.

18 de abril de 2024.

miércoles, 17 de abril de 2024

Canelones se prepara para recibir la reliquia del Beato Jacinto Vera.


A partir del miércoles 24 de abril, la reliquia del beato Jacinto Vera estará recorriendo las capillas de la parroquia catedral Nuestra Señora de Guadalupe. Visitará también las instituciones de Educación Católica.

La visita culminará con la celebración, por primera vez, de la Memoria del beato, en el primer aniversario de su beatificación, el 6 de mayo a las 18:30, en la iglesia Catedral.